El bosque de la chica verde
La chica verde, 46, Valladolid

Todo lo que aquel día nos hacía creer que el bosque gris empezaría a florecer fueron aquellas mariposas con sus colores brillantes jamás antes vistos. Aquel bosque siempre nos enseñaba algo. Tal vez su camino de piedras puntiagudas, tal vez sus arbustos repletos de espinos, tal vez su brisa heladora. Pero sabíamos que esa mañana sería diferente. El bosque gris comenzaría su metamorfosis. Empezaría a florecer. Cambiaría su brisa tétrica por un aire limpio y renovado, un aire de paz y luz para su rostro que arrancase la sonrisa a la chica verde.