De regreso a mi campiña
Nezuko, 43, Valladolid

Abrí los ojos y allí estaba, tal y como lo recordaba de niña, ese inmenso paraje lleno de flores, montañas altas y el gorgoteo del río en el que tantas horas pasé cazando ranas y mariposas. Una inmensa sensación de alegría invadió todo mi cuerpo y me lancé a correr descalza por la campiña, el contacto del espliego en mis pies, del saúco entre mis dedos. Volví a volar, a sentirme como una niña, a ver al abuelo, sus vacas y a los chavales del pueblo, el olor a pan recién cocido... y, sin querer, volví a ser feliz.