Nómadas
José Manuel, 56, Almería

Hartos de la ciudad decidimos trasladarnos al campo. La vida allí es más sana y natural, pero tanta armonía cansa, así que comenzamos a importar viejos hábitos: semáforos, casinos, bares... Con el tiempo, nuestro hábitat empezó a parecerse demasiado a nuestra antigua ciudad, con lo que decidimos reasentarnos en otro paraje que había un poco más adelante. Y así seguimos, paraje a paraje. Los de fuera nos reprochan nuestra incapacidad para asentarnos, pero es todo mucho más simple: sencillamente, no conocemos otra manera de avanzar.