CAST / GAL

La nueva luz
mincha, 51, Madrid

Yacía en la cama a la espera. Su vida se desvanecía con cada suspiro, después de tantos años trabajando en el campo, ahora le tocaba despedirse y abrazar a aquellos que se habían ido antes.
María entró en la habitación, acababa de dar a luz. Con lágrimas en los ojos, posó a su hija en el pecho de su abuela. Ella la agarró con cuidado, la miró y sonrió. Mientras su respiración se ralentizaba, sentía como la paz la invadía. Besó a la pequeña y con voz imperceptible, dijo:
—Me voy, pero una nueva luz ha nacido.
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