Una cuestión de actitud
María Montez, 62, A Coruña
Las palabras se refugiaron en su garganta. El corazón latía desbocado como un potro salvaje. Las luces se apagaron y el silencio era sepulcral. Sintió que las fuerzas la abandonaban y, cuando estaba a punto de desmayarse, una voz interior le susurró: "Recuerda que todo es cuestión de actitud". De pronto, el miedo se convirtió en aplomo, la timidez se transformó en pasión y cuando escuchó los primeros aplausos supo que el escenario sería su nuevo hogar.