Eterna rueda
iago xosé, 41, A Coruña
Y al inicio fue el verbo. Una imagen golpea mis fosas nasales con el calor del primer abrazo, desnudo, aterrorizado, peleando por enlazar una respiración tras otra hasta acompasarla a la tuya, mamá. Me elevo, y siento el tacto de sus labios contra los míos, húmedo, fresco, eterno y fugaz. Degusto el sabor amargo de las lágrimas de tantas despedidas, miedos, victorias y fracasos. Continúo elevándome. Y es entonces, solo entonces, cuando camino hacia esta luz que susurra mi nombre cuando todo cobra sentido. Este final es otro comienzo, en esta eterna rueda a la que llamamos vida.