Génesis
Andrea Pamies, 25, Orihuela
En el alba de la conciencia, un destello rompió el vacío. Era el primer pensamiento, una chispa fugaz de existencia.
Una criatura de luz, sin nombre ni forma, exploraba el vacío con ojos nuevos. Un reflejo en la oscuridad, una sombra danzante le invitaba a seguirla. Con cada movimiento, la criatura creaba paisajes, esculpía montañas y encendía estrellas. En ese viaje solitario, el verdadero poder residía en ser el primero, el origen de todo lo que vendría, un inicio sin igual, eterno en su esencia, efímero en su existencia.
Una criatura de luz, sin nombre ni forma, exploraba el vacío con ojos nuevos. Un reflejo en la oscuridad, una sombra danzante le invitaba a seguirla. Con cada movimiento, la criatura creaba paisajes, esculpía montañas y encendía estrellas. En ese viaje solitario, el verdadero poder residía en ser el primero, el origen de todo lo que vendría, un inicio sin igual, eterno en su esencia, efímero en su existencia.