Segunda vida
Quimera, 45, Salamanca
Elvira se despojó del pijama ajado que cubrió su cuerpo setecientos sesenta y cuatro días. Recicló las botellas de vino y los blísteres de Lorazepam, y se metió en la ducha durante más de una hora. El agua y el jabón limpiaron cada poro simbolizando una catarsis, un cierre de ciclo, un gusano de seda que se despoja de su ovillo. La mariposa emprendió un vuelo de comienzo en libertad, cerrando heridas y besando cicatrices. Era el primer día de su segunda vida.