La bota
jorge sánchez, 46, madrid

El padre seguía intentando ponerse la bota que le faltaba, mientras sus hijos lo miraban despistados.
Por más que lo intentaba, no lo conseguía, y el sueño cada vez se hacía más difícil.
Aunque la derecha había entrado fácilmente, la segunda bota no terminaba de entrar y cada vez estaba más cerca el despertar.
Cuando los ojos, al fin, se iban a abrir, un ratoncito dejó sitio para que el pie encontrase su lugar.
Por más que lo intentaba, no lo conseguía, y el sueño cada vez se hacía más difícil.
Aunque la derecha había entrado fácilmente, la segunda bota no terminaba de entrar y cada vez estaba más cerca el despertar.
Cuando los ojos, al fin, se iban a abrir, un ratoncito dejó sitio para que el pie encontrase su lugar.