Martes
Bonaski, 51, Coruña
Segundo premio
Cuando bajé por la escalera mecánica me sentí extraño. Lo que mis ojos veían superaba todas las expectativas.
Un aire seco y ventoso acarició mi traje nuevo. Mientras, bajo las botas, sentí los guijarros del suelo.
Seguí a los demás, una hilera de personas tan sorprendidas como yo, que miraban en todas direcciones.
En lo alto, había un cartel luminoso que en muchos idiomas diferentes decía: "Bienvenido a Marte".
Un aire seco y ventoso acarició mi traje nuevo. Mientras, bajo las botas, sentí los guijarros del suelo.
Seguí a los demás, una hilera de personas tan sorprendidas como yo, que miraban en todas direcciones.
En lo alto, había un cartel luminoso que en muchos idiomas diferentes decía: "Bienvenido a Marte".