CAST / GAL

Y después ya veremos
Valdesuei, 45, Salamanca

Finalista

El novio, frente al altar, se ajustó el puño de la camisa y miró el reloj, aunque no distinguió las agujas.
No estaba nervioso, sino profundamente enamorado.
La novia entró en la iglesia y recorrió la alfombra roja intentando controlar el temblor que invadía todo su cuerpo.
Tenían tal conexión que eran capaces de intuir la presencia del otro sin verse.
Al llegar, le besó en la mejilla y le susurró en el sonotone:
—Felices bodas de oro, querido. Hoy es el inicio del resto de nuestra vida juntos.
Cincuenta años después, él volvió a llorar emocionado y agradecido.
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