Mujer
Esmeralda, 61, Santander
Las verjas de acero cincelaban mi corazón.
Inesperadamente, de las brisas del valle, recibí la flecha de Cupido. Entonces la vi. Tenía los ojos verdes.
Y ese color de esperanza liberó la coraza de mi alma, rompió las cadenas de mi corazón y pude volver a comenzar. Ella sintió lo mismo.
Inesperadamente, de las brisas del valle, recibí la flecha de Cupido. Entonces la vi. Tenía los ojos verdes.
Y ese color de esperanza liberó la coraza de mi alma, rompió las cadenas de mi corazón y pude volver a comenzar. Ella sintió lo mismo.