Amor a primera vista
Francisco, 72, Madrid
Nada más conocerla le atrajeron sus uñas tintadas con pincel de amanecida. Se acomodó junto a ella en el vagón. Apenas mirarse le susurró al oído, en tono de beso, una rima de Bécquer. Ella notó un escalofrío; él que se elevaba más allá del cielo. Le puso entonces su cinta azul del gimnasio en la muñeca de la mano izquierda. Un grafiti cercano proclamaba “la sonrisa es una línea que endereza todo”. Sonrieron mientras compartían un primer beso, al tiempo que cuidadosamente, para no dañarle el esmalte, la tomaba de ambas manos y se inclinaba ante su princesa.