CAST / GAL

La alegría de la huerta
francisco, 56, Espartinas

Todo empezó cuando cogí semillas de girasol y me puse a plantar nabos. Donde debían estar las lechugas recogíamos unas excelentes berenjenas. En el sitio de las tomateras colgaban los pimientos más grandes de la zona. Llegaban personas de toda la comarca para llevarse alcachofas y patatas, pero les llenábamos las cestas con coliflores y acelgas. Cuando les contábamos que los perales nos daban naranjas cargadas de zumo y que el limonero no paraba de ofrecernos ciruelas verdes y moradas se reían a carcajadas y, a la semana siguiente, volvían a por más. Eso nos hacía diferentes, libres y felices.
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