Contienda de enamorados
Dedro, 34, Alcalá de Henares, Madrid
El invierno se colaba por las rendijas cuando sus ojos se encontraron con los míos. En medio del bullicio del vagón el tiempo y el espacio dieron una voltereta y quedaron desmadejados. Me sonrió tímidamente y se acercó rompiendo la barrera invisible que nos separaba. No hubo sonidos, no hubo nada salvo nosotros mismos. Comenzamos a hablar sin mover los labios. Y así fue el inicio de esta contienda de enamorados que aún hoy perdura en el tiempo.