Pineda
Gurri, 49, A Coruña
Bajo del coche de mis padres de un salto y cojo mi maleta (la más grande) deseando entrar en casa de mis abuelos. El verano no empezaba de verdad hasta ese momento: olor a mar, los primos, la libertad, solo dos obligaciones: estar a la hora de comer y cenar.
Empezaba esa otra vida, la irreal. Te creías que rozabas la vida adulta ese mes, después descubrirías que no, que la vida adulta no es libertad ni despreocupación. Alguien se mueve en la casa de al lado. Alex mira de lejos, sonriendo, ¡qué mayor está! Este inicio de verano, promete.
Empezaba esa otra vida, la irreal. Te creías que rozabas la vida adulta ese mes, después descubrirías que no, que la vida adulta no es libertad ni despreocupación. Alguien se mueve en la casa de al lado. Alex mira de lejos, sonriendo, ¡qué mayor está! Este inicio de verano, promete.