CAST / GAL

Mamá
Clara., 36, Madrid

Alargadas sombras me perseguían cuando abrí los ojos. No había resto de ellas, solo mi habitación, mi familiar y confortable habitación. Pero los brazos de Morfeo se adueñaron de mí de nuevo.

Otra vez aquellas sombras, esta vez más cerca. Quería huir de esta tierra onírica que me aterraba, pero me alcanzaron. Estaba frente a ellas. Una se acercó y me abrazó. Como si en un refugio me encontrara, entre los brazos de aquella sombra que arrullaba mi alma maltrecha.

Noté que mi cuerpo se aflojaba, que se rendía a un plácido descanso.

-Buenas noches, tesoro.

-Buenas noches, mamá.
Compartir: