El Observatorio
Martina Martín, 67, Medina del Campo
Segundo premio

Como tantas tardes veraniegas, abuela y nieta se tienden sobre el suelo de la cama elástica: su observatorio. Así, boca arriba, los ojos perdidos en la inmensidad. Las inunda el atardecer que incendia el cielo y cubre de sombras el verde de los árboles en el jardín. La niña delata con su dedo la aparición de cada estrella iluminada cuando el azul se oscurece. Una bandada de aves se dibuja en lo alto. Rayos de sol tardíos se reflejan en sus alas. Sus vientres blancos, brillantes como el cristal. La niña aprieta la mano protectora. «El mundo es bonito, abuela».