Un café para una línea
Salube, 38, León

Apuras el café, cierras la libreta con un suspiro y vas hacia la salida donde hay un cartel que miras de soslayo. El dinero no es mucho, pero ¡cómo te gustaría ganar! Niegas con la cabeza, después de lo de hoy lo ves fuera de tu alcance.
—¿Mal día? —pregunta Sonia cuando te arrimas a la barra.
—Solo escribí una línea. —Señalas tendiéndole la hoja.
—La primera es la más difícil. Seguro que mañana el relato te sale solo.
—¡Eso espero! —le dices sin mucho convencimiento. —¿Qué te doy?
—Estás invitado. Pero vuelve mañana. Quiero saber cómo sigue.