El sueño que se hizo realidad
Mar, 61, A coruña
Aquella tarde me sentí humillada, sabía que esto se acabaría. Cerré esa puerta con lágrimas en los ojos, junto a mi mochila llena de recuerdos y ocho años de mi vida de amor y sentimientos. Ella tenía todo preparado, no supo gestionarlo ni programarlo y los alejó de mi lado. El destino es muy caprichoso y al pasar casi un año en un simple paseo escuché unas vocecitas con mi nombre, levanté la cabeza y, llorando, los pude abrazar.
Me sentí bien, pero esos dos corazones latían muy fuerte contra mi pecho, jamás olvidaré lo que me hicieron sentir.
Me sentí bien, pero esos dos corazones latían muy fuerte contra mi pecho, jamás olvidaré lo que me hicieron sentir.