Ausencia
Marta, 38, Valladolid
Cada mañana se preguntaba qué hacer, y enseguida elaboraba una lista de tareas para mantenerse ocupado. Lo importante no era en qué, si no en el tiempo mayor que alcanzaban. Temía que el destino le jugase una mala pasada dejándole un minuto libre para que los pájaros de su cabeza volarán. Y que entonces se diese cuenta de que el destino no es el qué, ni el cómo, ni cuándo, si no las personas que le rodean; que en su caso era la Ausencia.