Bifurcaciones
Almudena, 44, A Coruña
A veces, cuando Deira lo miraba, no podía evitar transportarse a esos días felices, despreocupados, donde las horas pasaban volando entre risas y juegos. Entre sabores de mantequilla y mermelada, de moras cogidas en las orillas de los caminos, de atardeceres eternos y naranjas. De noches misteriosas vagando por los caminos en busca de fantasmas y espíritus atrapados en la Tierra mortal, entre aullidos de lobos lejanos y no tan lejanos. Y cuando eso volvía a su memoria, Deira se preguntaba si realmente llevaba la vida que había soñado de pequeña.