Lo que el aire se lleva
Pablo Auster, 62, Vigo
Jugó a dibujar figuras de humo esperando intuir en ellas una respuesta. En realidad, la respuesta ya la conocía, pero no le gustaba. Quizás el embrujo que le producían las acompasadas volutas le ayudase a imaginar otra realidad, menos dura. Se dejó llevar y se relajó, una grata sensación le invadió el cuerpo y durante aquellos instantes volvió a sentirse feliz. Parecía que todo iba a ser como antes, que aquello nunca había pasado, que los políticos no iban a arruinarle la vida una vez más…
-Por última vez, Andrés, apaga el pitillo, ¡o te voy a tener que echar!
-Por última vez, Andrés, apaga el pitillo, ¡o te voy a tener que echar!