Azar de conciencias
Beatriz, 25, Ponferrada
El azul crepuscular cae sobre el agua helada de la fuente, deshaciéndose en hilos interminables de nostalgia que contagia mis sentidos y los lleva a lugares donde la calma inunda el espíritu, mientras la noche roza el horizonte lejano tiñéndolo de un púrpura incandescente.
La ninfa, encaramada en la parte superior de su estructura, me devuelve su mirada de ojos vacíos al tanto que yo le correspondo, perdida en mis propios mundos.
Ambas nos acompañamos y nos leemos en ese espacio interno de conciencias entrelazadas en las que la mente y los pensamientos danzan al reconocerse en su misma melodía.
La ninfa, encaramada en la parte superior de su estructura, me devuelve su mirada de ojos vacíos al tanto que yo le correspondo, perdida en mis propios mundos.
Ambas nos acompañamos y nos leemos en ese espacio interno de conciencias entrelazadas en las que la mente y los pensamientos danzan al reconocerse en su misma melodía.