El soldado
Carlod, 41, Burgos
Marisa atravesó la alambrada del campo aferrada a la huesuda mano de su madre. En la torre, Otto, congelado de frío y con la mente en su Würzburg natal. Cuando vio moverse entre la nieve y la negrura de la noche a dos delgadas sombras, el soldado gritó "Halt!" y encañonó a las fugitivas con su MG-42. La niña se giró súbitamente y cruzó la mirada con el joven, convencida de que estaban a punto de morir. Sin embargo, Otto, levantó el dedo del gatillo y sonrió a la muchacha. Ninguno de los dos supo nunca por qué lo hizo.