Titiretero
escritorica, 39, Zaragoza
El oráculo predijo que a los treinta mataría a su alma gemela. Durante años, no hubo besos ni promesas. No dejó que nadie se quedara.
Hasta que ella llegó con un paraguas rojo y su sonrisa torcida. Contra el presagio, amó.
Esa noche se desnudó y se observó en el espejo. Vio las cuerdas. Finísimas. Las movía alguien tras sus ojos. Una sombra hambrienta.
—El destino no se esquiva —susurró el reflejo—. Se cumple. Y yo elijo el final.
Al amanecer saltó. Y sintió, por fin, el vértigo… de elegir.
Tarde.
Porque a veces, el alma gemela… eres tú.
Hasta que ella llegó con un paraguas rojo y su sonrisa torcida. Contra el presagio, amó.
Esa noche se desnudó y se observó en el espejo. Vio las cuerdas. Finísimas. Las movía alguien tras sus ojos. Una sombra hambrienta.
—El destino no se esquiva —susurró el reflejo—. Se cumple. Y yo elijo el final.
Al amanecer saltó. Y sintió, por fin, el vértigo… de elegir.
Tarde.
Porque a veces, el alma gemela… eres tú.