Destino: redirigiendo… redirigiendo…
Nüki, 17, Porto do Son
Apuntes arrugados por el suelo, desperdigados como lo estaba su mente. Vaciaba su estuche blanco, rompiendo cada boli, cada subrayador de color estridente, hasta llegar al fondo.
Cuando tenía catorce años, le regalaron un set de tres lápices. De grafito, de los que dijo que quería porque los usaban los artistas de verdad en sus bocetos. No quedaba nada del segundo cuando decidió sentar cabeza y elegir una carrera. Perdió el tercero al mudarse.
Ahí estaba. Como por arte de magia, manchando todo el fondo.
El desorden de su cuarto era incluso artístico con un boceto colgado en la pared.
Cuando tenía catorce años, le regalaron un set de tres lápices. De grafito, de los que dijo que quería porque los usaban los artistas de verdad en sus bocetos. No quedaba nada del segundo cuando decidió sentar cabeza y elegir una carrera. Perdió el tercero al mudarse.
Ahí estaba. Como por arte de magia, manchando todo el fondo.
El desorden de su cuarto era incluso artístico con un boceto colgado en la pared.