Otra vida
Cristina, 44, Plasencia
De madrugada, casi sin aliento, consigo llegar a la estación. Con el labio tembloroso, me subo a tientas en el autobús nocturno. Algunos pasajeros intentan dormir, otros miran el móvil en silencio. De pronto, una estrella fugaz recorre la diagonal de la ventanilla pero no pido deseo, lo acabo de cumplir.
Mi equipaje, digno de Ryanair, son dos camisetas, el cargador, algunas bragas y un paquete de Filipinos. También llevo la cartera, todo estará bien.
Bajo la mirada. Es increíble que haya llegado hasta aquí en zapatillas de andar por casa.
Me acomodo contra el cristal. Mañana será otra vida.
Mi equipaje, digno de Ryanair, son dos camisetas, el cargador, algunas bragas y un paquete de Filipinos. También llevo la cartera, todo estará bien.
Bajo la mirada. Es increíble que haya llegado hasta aquí en zapatillas de andar por casa.
Me acomodo contra el cristal. Mañana será otra vida.