Querida abuela
Julia, 20, Vigo
Querida abuela: treinta diez minutos frente al espejo. En mi cara ya no hay ojos, pero dos agujeros. Lo pensé muchas veces, que eso no era para mí, pero es más fácil evadir que enfrentar. Quise complacerte; me gustaba que me presumieras y le contaras a tus amigos los intelectuales lo maravillosa que era tu nieta. Se volvió mi prisión, mi fetiche. Lo di todo para hacer tu sueño verdad. Pero abuela, yo no fui capaz. Ayer sabía a donde iba; hoy no sé que voy a comer, pero puedo dormir. Dejé la carrera.