CAST / GAL

Almas destinadas
Leticia Priegue, 37, Vigo

Estaba sentada en la barra del bar sin saber si sería capaz de afrontar el final del día.
De repente sentí una tormenta dentro de mí. Me giré buscando la procedencia de esa sensación y entonces te vi. Tus ojos buscaban desesperados hasta que se posaron en mí y te relajaste. Te acercaste y me dijiste:
-Bésame. Haz que el tiempo se pare y me olvide del mundo.
Nuestros labios se rozaron y las chispas saltaron. Nos fundimos en un abrazo y nuestras almas se mezclaron.
Éramos dos seres rotos y la cura para el otro.
Éramos nuestro destino.
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