Epitafio
Héctor Vázquez, 32, Sarria
Ábreme el pecho y contempla mi latir, metrónomo que hacia la eterna noche guía los pasos de mi vivir. El destino, anónimo y clandestino se convierte en meta, objetivo, en fin del camino.
Destino, tempestad de silencio, bruma de soledad, acorde descosido del alma del sonido que mece nuestra existencia como las olas del mar. Proyectan una imagen potente y llena de vigor en su comienzo, sumisas y débiles en la orilla al finalizar su peregrinar.
Ábreme el pecho y registra los latidos que marcan el sinuoso sendero hacia mi destino, la muerte, hermana de la vida, fría eternidad.
Destino, tempestad de silencio, bruma de soledad, acorde descosido del alma del sonido que mece nuestra existencia como las olas del mar. Proyectan una imagen potente y llena de vigor en su comienzo, sumisas y débiles en la orilla al finalizar su peregrinar.
Ábreme el pecho y registra los latidos que marcan el sinuoso sendero hacia mi destino, la muerte, hermana de la vida, fría eternidad.