La eternidad
LoretoMD, 31, Zamora
Sencillamente, no era posible. Un amor así de puro y honesto, entregado y demencial, que había rayado la locura en tantas ocasiones, que lo había hecho absolutamente todo por el otro, no podía apagarse y morir como si nada. La admiración, la devoción, el delirio compartido, tantas y tantas noches de amor escondido y exquisito. La tenacidad, la valentía, la certeza de que se pertenecían, sin importar lo que el mundo dijera al respecto, no iba a desaparecer porque la muerte hubiera hecho acto de presencia. Podían reírse de ella tranquilamente. Su amor era para la eternidad.