ERA SU DESTINO
ANCHUELA, 72, Benalmádena
“¡Dispara, si eres hombre!”, le dijo el héroe de película del oeste al pistolero de Ojayo. Pero cuando los últimos ecos de la palabra hombre se perdían en el aire enrarecido de la calle sonaron dos disparos del mismo revolver que zanjaron de forma inusual la contienda.
Era su destino. El hombre de la estrella plateada en el pecho cayó abatido delante del saloon mientras su rival montaba de un salto en su negro corcel y los últimos ecos del disparo se perdían entre vapores de whisky y el estupor de la tarde.
Era su destino. El hombre de la estrella plateada en el pecho cayó abatido delante del saloon mientras su rival montaba de un salto en su negro corcel y los últimos ecos del disparo se perdían entre vapores de whisky y el estupor de la tarde.