Un metro con retraso.
Ángela, 14, Foz
Otra vez, llego tarde por conseguir mi café matutino, pero esta vez no llegué para el metro y me siento con suficiente estrés en mi cuerpo como para un infarto y una resignación de lo inevitable; llegaré tarde a mi primera entrevista. Pero una chica me pregunta cuál es mi problema y, al contarle lo sucedido, ella responde en un tono demasiado calmado, hasta con una sonrisa en su rostro.
—Por suerte para ti, yo soy quien te entrevistaría, Carmela, ¿no? Y mi mente, lo único que piensa es que por fin el destino me sonríe.
—Por suerte para ti, yo soy quien te entrevistaría, Carmela, ¿no? Y mi mente, lo único que piensa es que por fin el destino me sonríe.