Ha llegado a su destino
Ritxy, 39, Ourense
El motor del viejo ferry vibraba bajo mis pies, retumbando en la niebla espesa que devoraba la orilla del lago. Pagué con una moneda extraña al barquero, su rostro oculto bajo un gorro de lana.
—¿Falta mucho? —pregunté, entumecido.
—Pronto —respondió, con voz de piedra rasgada.
Una luz surgió: un muelle solitario. Bajé. El silencio era absoluto.
Al volverme para agradecerle, él seguía allí, inmóvil entre la bruma.
—Llegaste, viajero —dijo Caronte, extendiendo su mano huesuda.
—Tu destino siempre fue esta orilla
—¿Falta mucho? —pregunté, entumecido.
—Pronto —respondió, con voz de piedra rasgada.
Una luz surgió: un muelle solitario. Bajé. El silencio era absoluto.
Al volverme para agradecerle, él seguía allí, inmóvil entre la bruma.
—Llegaste, viajero —dijo Caronte, extendiendo su mano huesuda.
—Tu destino siempre fue esta orilla