Reconocerse
Adriana, 34, A Coruña
El viento cortaba su rostro mientras corría, huyendo de una sombra que crecía tras ella. No miraba atrás; sabía que el peligro seguía sus pasos. Entonces, entre las sombras de los árboles, aparecieron unos ojos. Quizás fue casualidad. Tal vez, destino. Desesperados… o llenos de promesas. Sintió un vértigo extraño, como si una historia entera se desplegara ante sus ojos. Lo vio: días compartidos, risas, lágrimas, silencios cómodos. No era un futuro que esperaba, sino un pasado que reconocía. En otra vida, ya se habían encontrado.