CAST / GAL

PARA ESAS MADRES SOLAS
IRIA, 40, Pinto

De niña no lo entendía. Mamá siempre estaba: al despertar, al volver, en cada momento. Su presencia era constante, su energía infinita, su paciencia… limitada, pero auténtica. Yo protestaba, la juzgaba, idealizaba lo fácil. Papá aparecía y todo era fiesta. Con él, risas. Con ella, rutina. Años después, veo lo invisible: el esfuerzo, las renuncias, la entrega sin condiciones. Comprendo que el amor verdadero no siempre brilla, pero sostiene. Ella me sostuvo sin que yo lo supiera. Hoy, cuando sonrío, es su reflejo. Todo lo que soy se construyó en sus días agotadores. Y ella, simplemente, nunca dejó de estar.
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